jueves, 10 de mayo de 2012

Nunca Jamás- Capítulo 11- Neverland

Un beso suave y muy lento, sus labios exploraban los míos disfrutando cada momento, su brazo derecho me tenía firmemente sujetada a su cuerpo desde la cintura, mientras con la mano izquierda recogía un poco mi cabello detrás de la oreja de forma muy tierna. El beso duró unos cuantos segundos, pero era de esos donde se transmite todo lo que sientes por la otra persona, era de esos besos que te quitan la inseguridad, era de esos besos que dicen lo que las palabras nunca podrán.

- ¿Vives sola? – Justo después de tomar algo de aire le preguntó, aunque esté un poco fuera de contexto. 


- ¿Te doy un bonito beso y tú me cambias el tema de esa forma? – Su carita casi me convence de que estaba herida. 


- Es sólo que, siempre creí que vivías con tu familia o algo así, pero estamos en medio de la sala besándonos, ¿No podría llegar alguien? – Ni me imagino la escena.  - ¿Sabes que te preocupas mucho? Sí, vivo con mi familia. Pero han salido de viaje y tengo la casa para mí sola por un par de días. – Me dijo con una sonrisa mientras delineaba mi rostro con su dedo índice.  


- ¿Entonces siempre traes señoritas para besarlas en el sofá cuando tienes la casa para ti sola? – Mi tono, es algo juguetón, aunque si me responde que sí, tal vez se me borre la sonrisa de la cara. 


- Podría preguntarte lo mismo a ti luego de que pasé la noche en tu casa. 
– Ash, no es justo, no había energía, ¿Se supone que debo dejar que la mujer más bonita de todas ande por la calle en esa oscuridad?  


- Nadie más se ha quedado en mi casa. Sólo tú. – Algunas veces han venido mis padres a visitarme, por separado. Claro, pero eso no cuenta.  


- Eso también responde tu pregunta. – Froté un poco mi mejilla en su hombro.  Me acerqué de nuevo y como respuesta le devolví el beso. Desde aquella noche en ese baño, supe que me volvería adicta a sus labios, porque mientras la besaba todo se sentía diferente, todo se sentía perfecto, aunque el corazón me latiera a mil por hora, aunque sus manos rozando mi piel me hicieran sentir necesitada de ella.


 - ¿Ves? Esto es mucho mejor que hacerme preguntas fuera de lugar. – Me dio un beso en la nariz y empezó a levantarse del sofá mientras apagaba el televisor. 


- Pero yo estaba muy cómoda. – Más que una queja, era un pequeño berrinche.  


- Ven, preciosa ¿No quieres conocer mi habitación? – Acabo de darme cuenta que cada vez que me llame así, quedaré encantada. 


- Sólo por eso, dejaré de quejarme. – Ella me tomó de la mano y muy animada me hizo subir dos pisos. Cuando finalmente entramos, empecé a mirar todo de un lado a otro mientras me sonreía, el lugar era acogedor y ella estaba plasmada en cada cosa, su perfume se sentía en la habitación y ahora sabía muchas de las cosas que le gustaban. – Me gusta tu cama. – Le dije sin pensar. 


- ¿Qué clase de propuesta es esa, señorita? – Mis mejillas se pintaron de rojo mientras ella se sonreía aún más, mis palabras habían sido de lo más inocentes, pero ahora, que ella le había dado ese doble sentido no podía dejar de pensar en ello, en cuantas veces fantaseé en mi cama con que ella me tocara, con que me hiciera el amor, sobre cuanto lo deseaba, especialmente ahora. Una habitación, una cama, ella y yo a solas, y esa sonrisa sexy en su cara.  


- Yo… No quise darte a entender eso. – Mi voz era muy suave, casi un susurro y no podía mirarle a los ojos. Ella cambió su expresión pícara por una más tierna y me abrazo a su pecho.  


- Es una broma, corazón. No haremos nada que tú no quieras. - ¿Por qué me decía eso? Quiero decir, no me da miedo, entregarme a ella en cuerpo y alma, sólo no puedo hacerle frente, sólo no sé como expresarme.  


- Tú no entiendes, nunca dije que no quisiera. – Ahora ella me miraba sorprendida, como si no encontrará el significado detrás de mis palabras.  


- No tienes que hacer esto… - Pero yo simplemente cruce mis manos en su nuca y la atraje hacía mí hasta que nuestros labios se unieron, primero lento, luego profundo, me tomó de la cintura y se sentó en la cama haciendo que me acomodará sobre sus piernas. Cuando recuperó el aliento, volvió hablar. – Podemos ir despacio. – Pero sus ojos estaban puestos en mis labios y sus manos se deslizaban lentamente desde mis rodillas hacia arriba.  


- Sí. – No pude decir nada más porque de nuevo me besaba apasionadamente mientras sus manos buscaban los botones de mi camisa, uno a uno los fue soltando. Ahora su piel estaba en contacto directo con mi piel haciendo que me estremeciera. Finalmente se deshizo de la camisa y giró de tal forma que ahora estaba recostada en la cama con ella sobre mí. – Pensé que iríamos despacio. – Pero no quería que se alejara, no quería que se detuviera.  


- Bueno, iremos a nuestro propio ritmo. – Se levantó y casi protesto, pero sólo apagó la luz y después de eso se quitó su chaqueta y camisa.  


- Mi ritmo dice que quiere volver a como estábamos. – Aún a través de la oscuridad vi su sonrisa antes de ponerse de nuevo sobre mí y empezar a besar mi cuello, el simple contacto me hizo estremecer al punto de arquear un poco la espalda, se sentía ardiente pero placentero, además de que sus besos y pequeñas mordidas me hacían abrazarme a ella pidiendo un poco más.  Volvió a besarme mientras sus manos se deslizaban por mis hombros hasta llegar al broche del bra, lo soltó y lo fue sacando, durante el proceso rozando toda mi espalda y un poco mis pechos. Mis pezones ya estaban duros por las caricias recibidas hasta ahora, aunque mi mente sólo pensaba en el momento en que quitara su bra y sus pechos entraran en contacto con los míos. Pero su plan era completamente diferente, así que sus labios fueron bajando poco a poco, empezando por el lóbulo de mi oreja.  


- Eres muy hermosa. - Su tono era tan sugestivo que simplemente no supe que decir, luego, depositó allí un beso suave.  Siguió bajando por mi cuello dejando un rastro de besos húmedos hasta llegar a mis pechos, se sentó sobre mis caderas tomando cada pecho con una mano y acariándolos con los pulgares. Era una sensación completamente diferente a todo lo que hubiera imaginado, se sentía muy bien y sólo quería que aquello continuara. Mordía mi labio inferior mientras entrecerraba un poco los ojos, ella me veía, complacida y sonriente por lo que podía lograr, pero no le fue suficiente, de nuevo sentí sus labios, esta vez sobre mis pecho izquierdo, succionando lentamente mientras su mano seguía sobre el otro, mi pulso aumentó tanto como lo hacía el placer que sentía; mis gemidos se empezaban hacer presentes, al igual que la falta de aire.


Cuando consideró que mi pezón estaba lo suficientemente endurecido, siguió con el otro, pasando primero por el valle entre mis pechos abandonando unos cuantos besos dulces. 


Todo lo hacía de forma lenta, disfrutando cada momento, cada parte de mi piel, cada gemido que obtenía, era justo como yo había pensado, fuerte pero delicada, tierna y la vez pasional.  


También había que resaltar lo efectivas que eran sus caricias, al sur, sentía la humedad entre mis piernas a causa de las atenciones recibidas, a causa de que era ella y sólo ella quien estaba sobre mí, haciéndome suya.  Volvió a mis labios en un beso lento pero profundo, de nuevo fue hacía el mismo tema. 


- Aún podemos parar. - No estaba segura de porque se esforzaba en decir aquello.  


- ¿En serio puedes? - Mi voz sonaba agitada. - Yo no. - Y finalmente envolví su cuerpo entre mis brazos para deshacerme de su odioso bra, que por cierto le quedaba muy bien. Pero las cosas fueron aún mejores con nuestros pechos entraron en contacto, arqueé la espalda acercándonos un poco más y ella dejó escapar un pequeño jadeo, música para mis oídos.  


La besé y ella empezó a recorrer lentamente mis costados hasta llegar a la cintura, buscó el botón de mi pantalón y lo abrió al igual que el cierre, noté que me gustaba como ella hacía sonar los cierres. Nos separamos y con aliento escaso me pidió subir la cadera, quitó el pantalón y luego mi ropa interior. A pesar de encontrarme completamente desnuda ante sus ojos, no me sentía apenada, más bien, su mirada tan atenta a mi cuerpo me gustaba muchísimo, su forma de verme me hacía sentirme, especial, única y sensual.  Se recostó a un lado de la cama y con su índice recorrió mi cuerpo desde la nariz, bajando por el centro del cuello, el valle entre mis pechos, el ombligo y finalmente el monte de venus. 


Allí con toda la palma de la mano acariciaba suavemente, sus dedos deslizaban un poco, colándose hasta llegar al clítoris. 


- Abre un poco las piernas, mi amor. - Me dijo al oído mordisqueando un poco mi oreja. Hice lo que me pidió sin pensármelo siquiera, la verdad es que deseaba ese contacto, un mayor estímulo. Inició con círculos concéntricos, aumentando la intensidad de a poco, los gemidos se escapaban y empezaban a convertirse en jadeos, además ella se entretenía mordisqueando mi cuello dejándome en un estado de completa sumisión. Pero en determinado momento, cuando más necesitaba que continuará se detuvo, la miré con suplica y ella sólo empezó a bajar con sus labios hasta llegar al lugar en que debía estar, besó mis muslos, lamiendo también los fluidos, producto de todas sus atenciones, lamió cada rincón, hasta que su lengua tocó el punto más sensible, mi clítoris, me hizo retorcerme de placer, apenas balbuceando su nombre, pidiéndole un poco más. Y así, lamiendo y succionando de tanto en tanto, me hizo llegar al clímax con un gran gemido. 


Luego, sólo se recostó a mi lado, poniendo mi cabello revuelto detrás de la oreja y dándome besitos suaves y cariñosos en las mejillas y en mis labios. Yo aún intentaba restablecer mi respiración, me faltaba el aliento y sentía que el corazón se me salía del pecho.  Poco a poco me fui acomodando en su hombro, abrazándome a su cuello, mientras ella pasaba sus manos por mi cintura y ajustaba el abrazo.  


- Tengo algo que decirte. - Muy importante, por cierto. Ella se me quedó viendo con mucha expectativa. - No me gusta tu pantalón. - ¡Impagable su expresión! Bueno, no es como si pudiera decir mucho con la cabeza caliente.  


- ¿Por... Qué? - Su ceja levantada decía: 'Tengo muy buen gusto, además eso que importa ahora’.  


- Porque lo traes encima y me gusta más como se siente tu piel. - Creo que le causé ternura o algo así porque me vio muy bonito, aunque duró poco, pronto su expresión cambió a una de picardía. 


- Quítamelo. - ¡Alerta! Hormonas alborotadas, de nuevo. 


La besé suave mientras mis manos se disponían a dicha labor, abriendo el botón y el cierre del mismo, sacarlo fue relativamente sencillo, era holgado. Pero aún faltaba su ropa interior y decidí que esa era mi mejor oportunidad de deshacerme de eso, de tenerla a mi completa disposición, así que simplemente lo hice, la quité sin que ella presentara ninguna objeción.

- Yo también tengo algo que decirte. – Se acercó hasta quedar junto a mi oído y empezó a susurrar. - Sobre lo de hace un rato. - ¿Habla de? Uhm ¿Habla de cuando hacíamos el amor, verdad? ¿Hice algo mal? – Eres deliciosa. – Sonrojo al cien porciento, hormonas alborotadas al mil porciento. 


Me volteé y la besé profundamente sin ningún recato, nuestros cuerpos se fueron acoplando, su pierna derecha entre las mías empezaba a ejercer presión en medio haciendo que la zona se humedeciera de nuevo.  


- ¿No te fue suficiente? – No, no lo fue, y creo que para ti tampoco.  


- Nunca será suficiente de ti. – De nuevo nuestros labios se unieron, ella se fue acomodando entre mis piernas y sentí una fuerte corriente de electricidad recorrer toda mi espalda cuando su clítoris se unió con el mío, frotándose uno con el otro de acuerdo al movimiento que ella imponía con su cuerpo, mis manos rodearon su cuello apenas sosteniéndome, mientras ella se sostenía del colchón, sus jadeos se escuchaban justo al lado de mi oído haciendo que me excitará aún más. 


Llegué a mi segundo orgasmo de la noche al tiempo que ella, con un gemido inteligible que intentaba mencionar su nombre, que intentaba decir ‘te amo’.  Debo admitir que las cosas no fueron nada como yo alguna vez las imaginé, y no habló en sí de la práctica, sino de la forma en cómo se sentían, todo era completamente diferente, todo era mejor, porque era real, no era sólo un sueño. 


La abracé fuerte para que se quedara donde estaba después de que terminamos, me gustaba su peso sobre mí, me gustaba sentirla cerca después de hacer el amor, pensar que nuestros cuerpos se hacían uno.  ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ 


Han pasado dos meses y medio desde que estamos juntas, desde aquella vez en que con sus mejillas algo sonrojadas, me pidió ser su novia ¿Cómo podía decirle que no a esa mujer? 
Si me trae loca desde hace tanto tiempo.  


¿Todo ha sido perfecto? No, claro que no. Algunas veces no nos hemos entendido, otras más hemos chocado, pero ha sido maravilloso y me siento feliz y completa con ella. Aunque ahora las cosas no están a nuestro favor. Ni siquiera sé como voy a decirle lo que tengo que decirle, hace dos días lo traigo entre pecho y espalda, pero cuando veo sus ojos me acobardo, tengo miedo de como pueda reaccionar.  


Intento ser razonable, entre más días pasen va ser peor, por eso, de hoy no puede pasar.  


- De nuevo estás con la cabeza en otro lado ¿Qué pasa, amor? – Me ha tomado desprevenida y estoy más descolocada de lo que debería, pero se lo tengo que decir, es la oportunidad perfecta.  


Hoy es un bonito día, un domingo soleado. Estamos en mi apartamento, pues ella se ha quedado conmigo anoche, como me gustaría compartir todos los días el despertar con ella. 
La tomó de la mano y la llevó al sofá de la sala, me quedó viéndola fijamente sin saber por donde comenzar.  


- ¿Piensas dejarme, es eso? – Me lo pregunta con tanta tranquilidad, que por un momento realmente creo que no le importaría del todo. 


- Me han dado una noticia en la oficina. – Intentó pensar muy bien en lo siguiente que voy a decir. – El proyecto al que estaba asignada será entregado muy pronto. - Vale, no he dicho nada. 


- ¿Y eso qué quiere decir? - Si las miradas mataran esta mujer ya hubiera acabado conmigo.  - Me van a remitir a mi sede inicial. - Sigo sin poder decir las cosas claramente ¡Idiota! 


- ¿Por qué? - Su tono baja un poco y justo ahora parece un cachorrito abandonado.  


- Hace unos cuantos meses me ofrecieron estar en el nuevo proyecto que iniciarán aquí, pero yo no acepté. - Debí aceptar. Su ceja levantada me indica que debo explicarme correctamente. - Sabes que éste no es mi país, no tengo nada ni nadie aquí. 


- ¿Nadie? - ¡Oh mierda! La saque del estadio.  


- Lo que quiero decir, es que mi familia no está aquí, tampoco tengo muchos amigos por estos lares. - Nada, eso que dije no arregla nada.  


- Ya. - Ni siquiera me mira, como si yo no lo mereciera o algo por el estilo. - Eso suena menos peor, ingeniera. - Ouch ¿Qué paso con el 'mi amor'?  


- ¡Eso fue hace 6 meses! ¡¿Sabes cuántas esperanzas tenía contigo?! Ninguna. Desde que te vi quedé encantada, pero luego de mucho tiempo y pensé que no pasaría de algo platónico. Tú nunca demostraste mayor interés en mí. - No me veas así. 


- Tonta, hay que ser ciego para no darse cuenta la forma como te miraba cuando te asomabas por esta ventana ¡Y dices que no me fijaba en ti! - ¡Pero si ni me mirabas! - ¿Cuándo? - Volvió a su tono serio.  


- En una semana. - No me gustó el cambio de tema, ni su mirada de nuevo fría.  


- Vale. - Se levantó con el propósito de irse, apenas y pude reaccionar justo a tiempo para abrazarme a su espalda cuando tenía ya la mano en el pomo de la puerta. - Suéltame. - Su voz se hizo más fuerte y más que una petición era una orden.  


- No quiero. - Le dije con mi tono de niñita malcriada y caprichosa.  


- ¿Y? Yo no quiero que te vayas pero igual lo harás ¿No? – Su tono frío cojeó. – ¡Cómo no tienes nadie por quien quedarte aquí! – No es así.  


- No lo pongas así, bonita. – Anda, deja de intentar irte.  


- No hay otra forma de ponerlo. – Dijo ahora un poco más relajada, tal vez empezando a disfrutar el abrazo.  


- No porque yo me vaya nuestra relación tiene que terminar. – Le dije a pesar de cuanto había sopesado la posibilidad. 


- ¿En serio lo crees? – Ella tenía razón, no podía mentirme a mí misma. 


- Vale, pero puedes venir conmigo. – Esa era secretamente mi mayor esperanza, convencerla de irse conmigo.  


- Sabes que no es tan fácil que ejerza en otro país. Tú en cambio… - Hizo una pausa para tomar algo de aire y valor. – Puedes hacerlo en cualquier parte. – Estoy aquí ¿No? 


- ¡Qué conveniente para usted, abogada! – Mi tono era más juguetón que cualquier otra cosa.  


- Es la verdad. – Eso también lo pensé, bonita. 


- ¿Puedes, por favor, soltar el pomo de la puerta? – Dejó caer su mano un poco y luego acarició las mías. - ¿De verdad quieres que me quedé? – Lo acepto, aún lo dudaba, tal vez no fuera del todo importante para ella. 


- ¿Por qué crees que hago berrinche? – Su voz de cría siempre funciona, ella logra conseguir todo lo que quiere de mí.  


- Vale. Tendré que buscarme un nuevo trabajo. Aquí. – De pronto ella se volteó y me puso de forma algo brusca contra la puerta, me dio un beso corto, donde su lengua profundizó todo lo que quiso en mi boca, pero rápidamente se dirigió a mi cuello dónde mordía sin ningún recato, un dolor muy placentero. - ¿Está es tu forma de convencerme para que me quede? – El placer que sentía me hacía hablar entrecortado. - Debo decir que es poco convencional. – Pero me encanta. – Aunque muy efectiva. – Ni que decirlo.  


- ¿Tú crees que necesito convencerte de que te quedes? – Sus labios se acercaron mucho a los míos, pero no recibí ese beso que tanto deseaba, ella estaba ahora ocupada succionando mi cuello, haciéndome una marca, un chupón.  


- No. – Cada vez procesaba más lento y hablaba mucho menos. – Creo que está es tu forma de castigarme por si quiera haberlo pensado. – Necesitaba recostarme en la puerta y sostenerme de su cuello, mis piernas ya no daban.  


- Exacto. – Pude ver su sonrisa retorcida al observar la marca que había hecho. – Después de todo eres mía. – Finalmente volví a besarla. – Te amo. – Al fin lo dices.  


- Y yo a ti. – Aunque eso ya lo sabías, mi amor. 



FIN

domingo, 15 de abril de 2012

Nunca Jamás- Capítulo 10- Delirio


Me senté completamente arrinconada contra el brazo izquierdo del sofá, mientras ella buscaba la película, me sentía, nerviosa, supongo que era todo, el sueño que relacionaba con la situación, su simple presencia y de paso, que estuviéramos solas.


-¿Te parece bien una animada?- Su voz me sacó de mis pensamientos.

-Claro, me gustan mucho las animadas.

- Y mi madre dice que soy infantil.-

-A mí también.- La escuchaba más dulce.

Siguió con lo de poner el DVD y finalmente dejó el control junto al sofá y se desapareció. Regresó al poco tiempo con un bote de maíz y gaseosa.

-Lo clásico.- Dijo mientras se sentaba a mi derecha, yo sólo asentí sin mirarla.-No vas a poder comer si te haces a 10 metros de distancia, no muerdo.- La miré algo confundida, y después de procesar lo que me dijo, entendí que quería que me acercara.

-¿Aquí está bien?- Soy una tonta al no haber traído algo para ofrecerle.

-Donde te sientas mas cómoda.- Me sonrío.-Come.- Me dijo mas como una indicación que como un ofrecimiento.

-Gracias.-Me sentía igual de nerviosa, no sabía que más decir.

-No hay de que.- Tomó el control y la función empezó.

Acabamos relativamente rápido con la comida, a eso de la mitad de la película ya no había nada, decidí concentrarme en la pantalla, desconectándome de la realidad, intentando no pensar que justo a mi lado estaba ella. Pero creo que algo no salió del todo bien en mi plan, por que cuando estuve consciente de nuevo, teníamos los dedos entrelazados y mi pulgar acariciaba su mano, me sonrojé y sólo por la poca luz de la habitación ella no lo notó. Me pregunté en que momento perdido en mi inconsciente hice eso.

Me cruzó la idea de soltarla, pero la verdad es que, ella también tomaba firmemente mi mano, y creo que no tenía intenciones de dejar de hacerlo.

Volví a la película, dejando las preocupaciones y vergüenzas de lado, naturalmente para cuando acabó no solo estaba recostada en su hombro, sino que estaba completamente abrazada a su cuerpo. Mi parte racional de alguna forma, no comprendía esta necesidad imperiosa de estar cerca de su cuerpo y querer sentir su piel y su calor, yo no era así, nunca me había pasado.
-Y se acabó.- Su voz era muy suave por lo cerca que estábamos. Aún no quería moverme de mi cómoda posición a pesar de qué ya era consciente de lo que hacía y según yo, ella no parecía estar fastidiada.- ¿Te gustó?- Ahora acariciaba mi espalda lentamente, se sentía muy bien.

-Mjm, fue muy bonita.-Mi tono de voz se tornó infantil, de niña mimada. Cerré los ojos para aspirar una vez mas el olor de su cuello.

Ella se recostó un poco mas en el sofá y me ayudó acomodarme mejor. Nos quedamos así por un buen rato, solo con la poca luz que emitía la pantalla, disfrutando de la presencia de la otra, sentía claramente su respiración, pues estaba recostada en su pecho, y el ritmo de su corazón, me transmitía calidez y tranquilidad.

A pesar de tener los ojos cerrados, sentí como lentamente se acercaba, llegué a pensar que era mi imaginación, y luego me convencí que me daría un beso en la frente, pero su corazón de pronto iba muy rápido.

No fue como mi sueño, por que finalmente, ella fue quien tomó la iniciativa y me beso.

viernes, 13 de abril de 2012

Nunca Jamás- Capítulo 9- Déjà vu

Después de ese maravilloso fin de semana en el que me acosté con ella, bueno no, dormí con ella, no, no sigue sonando igual, bueno, mal no, a mí me suena magnífico, pero sigue sonando como no es, aunque mucho me hubiera gustado que sí fuera, en fin, me esto enredando solita. El punto es, después de ese increíble fin de semana donde tuvimos que compartir la cama, solo para dormir, por circunstancias adversas (gracias Dios, te debo una grande), no la vi más.

-Ya me vino la depre.- Y se ha demostrado mil y una vez que no puedo dejar de hablar sola, pero bien puedo disimularlo haciéndolo mentalmente.

Volviendo a lo que estaba, desde hace más de una semana que no se de ella, hace exactamente 8 días, el lunes, como buena enamorada, me levanta muy temprano para verla pasar al trabajo, pero es no sucedió, salí a la hora del almuerzo para intentar toparme con ella, cosa que no pasó, y luego me desaparecí por un rato de mi oficina para intentar encontrarla a su hora de salida, pero nada. Toda la semana fue así, incluso el viernes fui a sentarme a ese parque desde que salí de trabajar, pero a las 10 de la noche me retiré sin que mi bonita apareciera.

Lo cierto es que me ha quedado mucho tiempo para repasar detalle a detalle como fue que terminé en la cama aquella noche. Tengo dos hipótesis, una, yo me cole en la cama cuando estaba medio dormida, dos, ella me pidió que lo hiciera. Si, lo sé, descubrí que el agua moja.

Tengo esa impresión de que en medio de la noche me dijo "Ven", y cuando estuve recostada me envolvió en sus brazos con fuerza. Sí, solo es necesitaba ella para atraerme, un suave y simple "Ven" con su voz encantadora. Pero ha de ser solo un delirio mio, solo lo que me gustaría que fuera, lo mas probable es que me haya colado en la cama, tal vez por error, tal vez por gusto.

De todas maneras, hace una semana no se de ella, me siento triste, me siento gris, si. He armado toda clase de historias en mi cabeza, supongo que es eso lo que no me deja en paz. Primero pensé que me evitaba, luego que había sucedido algo grave, que le había pasado algo, también pensé que me odiaba, o tal vez que había conseguido pareja y se había olvidado de mí.

Definitivo, soy experta en martirizarme. Pero es sencillo y simple, ella no tiene interés en verme o encontrarse conmigo, al contrario, me evitaba al máximo, seguramente se ha dado cuenta de mis sentimientos y al no poder corresponderlos prefiere no tener contacto conmigo, lo entiendo.

-Ella no me quiere.- Ni un poquito.

Las lágrimas se deslizan por mis mejillas siempre que pienso en esa gran posibilidad, y si la digo en voz alta, es peor, justo como ahora. Y aunque me quisiera, nadie puede afirma que me quiere de la forma en que yo a ella, en plan romántico, eso no es corresponderme. Muchas divagaciones para una persona que camina a casa cuando ya está entrada la noche.

Y lo peor es que desde que ella desapareció, todo ha sido una porquería, solo he tenido días miserables, con una revisión sorpresa el lunes, montones de trabajo, llamados de atención a mi equipo e incluso, no hubo Internet en casa durante toda la semana.

Tan pronto llegue no hice más que recostarme, quería dormir, es mi forma más efectiva de no pensar, de no autodestruirme. Pero hay cosas de las que simplemente no se puede escapar, ella es definitivamente una de esas cosas.

Soñé con ella, estando juntas en la misma cama, nos mirábamos a los ojos y su sonrisa me deslumbraba totalmente, haciéndome sonreír también, sus brazos extendidos me invitaba a abrazarme a su cuerpo, en cuanto lo hice, me llenó de besos, uno en la frente, otro en la nariz, uno en cada mejilla, y con uno muy suave en los labios, yo también le daba algunos besos, en su mentón, en su hombro derecho. Todo era perfecto y tranquilo, simplemente feliz, quería eso para mi, con ella, ese cariño dulce y bonito.

Cuando me desperté era mas temprano que de costumbre, y a pesar de ese bonito sueño me sentí desanimada. Me veía al espejo y no estaba nada conforme, según yo, me veía horrible, con mi sonrisa desaparecida, mas peso y unas ojeras horribles, ¿Por qué ella se fijaría en alguien como yo? Seguramente le agrado, y hasta me hallará graciosa por las tonterías que hago cuando está frente a mí, pero eso nunca será suficiente.

Me quedé recostada hasta que fue estrictamente necesario levantarme, me sentía algo desilusionada,  eso me volvía una persona sin color, no era bueno y yo lo sabía. Me arrastré al trabajo y estuve allí todo el día sin moverme o hablar con nadie, mala cosa eso de que cuando eres feliz iluminas a todos y cuando estás triste te llevas al mundo contigo, la gente que tenía contacto conmigo se le dañaba el humor al ver mi horrible actitud. No solo hablaba, mi mirada fría decía a todo "De verdad, no me importa"

-El día pasó lentamente, salí tarde, no tenía nada que hacer en mi casa.

-¿Mucho trabajo?- ¿Tú?

-Más o menos.- ¿Por qué esperaste hasta está hora? - Hace tiempo que no nos vemos.

-Si, lo sé. Tuve una calamidad familiar.-No puedo, no puedo quitarme ese hielo.

-Ya veo. ¿Todo bien?.- Demasiado fría, pero no lo controlo.

-Sí.- Vale, ella también se molestó

-Vale.- Se me acabaron las palabras.

Se volteó dispuesta a irse, su mirada había cambiado, igual su voz, estaba enojada por mi frialdad, por el poco interés que demostraba en lo que había sucedido. Lo acepto, me comportaba como una idiota.

-Estaba preocupada por ti.- Mi tono suave apenas se podía escuchar, tal vez ella no lo había hecho.

-No lo creo.- Lo sé. Había volteado y su mirada me atravesaba.

-Perdón.- Mi carita de cachorro arrepentido se activa automáticamente, realmente lo siento, realmente sé que me equivoqué.- Yo, bueno, de verdad te extrañé y no había sabido nada de ti, pensé que te había sucedido algo, pero ya al final me  enojé.-Bajé la mirada mientras las mejillas se me ponían muy rojas.

-Vale, no te preocupes.- Bajó un poco la guardia, pero no del todo.

Me quedé viéndola y ella empezó a caminar, no sabía que hacer, me quedé de piedra mientras la veía alejarse, entonces ella volteó.

-Si no recuerdo mal, tú también tienes que ir en esta dirección.- Ya no era fría, aunque no estábamos con la misma confianza de antes.

-¿Ah?- Momento de estupidez.

-Camina.- ¿Era yo o me decía que fuéramos juntas? Su mirada aclaró todo.

-Sí.-Con pasos rápidos me acerqué a ella hasta que la alcancé, luego seguimos caminando sin decir una palabra.

Justo cuando faltaba muy poco para llegar a mi casa me habló de nuevo.

-Antes de que tuviera que irme, había pensado en invitarte a ver una película en casa.- Se le había pasado totalmente el mal humor y estaba completamente normal.

-¿Una película?- Por favor, define la palabra "película" para mí. Acabo de olvidar lo que significa. Ando bruta hoy.

-¿No sabes lo que es un a película? - Sí, no hay duda, regresó, con sus comentarios odiosos y su sonrisa burlona.

-Ja-ja ¡Que risa! - ¡Está mujer lee mi mente! ¡Lo sabía!

-Ya, ya ¿Qué dices?- Su sonrisa había regresado, me miraba bonito,

-Mentiría si dijera que no quiero.- Esto me recuerda a uno de mis tantos sueños ¿Verdad?

-¿Uhm?- Me miraba con sus cejas levantada. Quería una respuesta clara.

-Si, si quiero.- ¿Contenta?

-Muy bien, nos vemos mañana a la salida de tu edificio. Sal temprano ¿No pensarás dejarme esperando mucho rato en la puerta, verdad? - ¿Quieres que me escape un poco antes?- No soy muy  paciente.- Entonces si no salgo rápido ya no estarás por ahí.

-¿Cinco y media está bien? - ¿Cómo me definiría? Felizmente dominada.

-Cinco y cuarto. En punto.-¿Si sonríe tan bonito quién puede decirle que no?

-Siempre me puede tomar un tomar un par de minutos más.- Cuando me di cuenta ya estábamos en mi casa.

-Te espero.- No sé como, ni en que momento ella se había acercado lo suficiente para decirme eso al oído, tenía sus brazos alrededor de mi cintura y la sentía muy cerca. Su mejilla estaba unida con la mía y así la deslizó, al final me dio un beso suave sobre ella. En mi estómago se hizo un gran vacío y pequeñas corrientes de electricidad se extendían desde donde ella tenía puestas las manos, cerrar los ojos fue lo único que pude hacer.

Después de eso, se fue, caminando, yo seguía en mi pequeño shock.

Entre a casa y busqué algo de comer. Me fijé en el módem, había Internet ¿A quién le importa? Me fui a la cama pensando en ella.
_________________________________________________________________________________
Tuve que correr todo el día para salir temprano, decidí que hoy sería juiciosa y adelantaría mucho trabajo, cuando me concentraba siempre me rendía y hacia las cosas bastante bien. El problema es que me concentré demasiado, cuando volví a la realidad faltaba muy poco para las 5 y media.

Guarde todo, apague el equipo y salí corriendo sin despedirme de nadie. Cuando llegué a la puerta estaba algo agitada y desaliñada. Aún estaba ahí parada, aunque con los brazos cruzados, me pregunto sí está muy impaciente.

-Te demoraste.- Su tono neutro me dejó sin saber nada. Después empezó a sonreír, se dio cuenta que había corrido.

-La verdad, me concentré mucho y perdí la noción del tiempo.- Otra vez sonrojada. Pero algo inesperado pasó ella me quitó mi teléfono de las manos, mientras yo la miraba desconcertada.

-¿No lo bloqueas?- Parecía sorprendida.

-Nadie me lo revisa. Además no tengo nada ahí.- Algo empezó a sonar y ella me devolvió el teléfono.

-Listo. Así te devuelvo a la realidad y tú me puedes llamar caca vez que quieras. -¿Cómo dices que dijiste?

-¿A la realidad?- Le dije con cara de completa confusión.

-No me gusta que andes en la luna mientras yo estoy esperándote. Además tú también dijiste que habías estado preocupada, siempre me puedes llamar.- Sí dijo lo que yo creí que dijo.- Vamos.- Yo voy a donde tú quieras. mi amor.


Fuimos caminando a paso tranquilo, hablando de su día, de como había ido todo, del mío, incluso de cosas personales, aunque sencillas, datos de esos que no puedes, ni debes darle a todos.

Su casa era la que quedaba exactamente enfrente de todo el parque. Y justo cuando entré, tuve un déjà vu, la sala se me hacia muy conocida, el espacio en sí, con sus muebles, ¿Pero de dónde? Sí, sí, este era el lugar de mi sueño, ése en el que veíamos una película y luego yo la besaba, estoy segura. No, tal vez me estoy sugestionando, ese sueño fue hace mucho tiempo, no recuerdo tan bien los detalles.

miércoles, 11 de abril de 2012

Nunca Jamás- Capítulo 8- Yume

Hablamos, hablamos de todo y hablamos de nada, hablamos del clima, de las noticias, de la política, de lo que sucedía actualmente, hablamos de la ecología y el medio ambiente, pero nunca hablamos del beso, nunca hablamos de que ella me buscó en mi casa, y supe eludir el tema de porque estaba allí, no, tal vez, ella simplemente me lo permitió, por que conocía la respuesta, quizás, ya sabia cuán enamorada estaba por la forma como la miraba, por la sonrisa tonta, por las mejillas sonrojadas, por mi actitud torpe, por todo.

A pesar de eso, hablamos por un largo tiempo, era un placer escucharla, su conversación era muy interesante, su forma de expresarse muy pulcra y su tono, simplemente exquisito, fue tan ameno que ella tuvo que hacerme notar que llevábamos mas de dos horas allí y que se hacía tarde, ya eran más de las nueve de la noche. También, de forma muy gentil y sumamente dulce, insistió en acompañarme hasta mi casa y aunque yo no lo veía necesario, me parecía perfecto compartir unos minutos más con ella.

-Te acompañaré hasta tu casa.- Mi sonrisa afloró inmediatamente mientras sólo pensaba que era muy linda.

-¿Estás segura que es necesario? - Me encantaba la idea, pero quería asegurarme.

-Puede ser peligroso para ti.- Es una dulzura, aunque se cubra con esa capa de dureza.

-¿Y la vuelta no lo será para ti? - Sí era peligroso para mí, lo era para ella.

-¡Claro que no! Yo inspiro respeto, incluso miedo.- Respeto ciertamente, pero no es miedo la principal de mis sentimientos, bonita.

-¿Entonces yo no inspiro respeto? - Sabía que fácilmente se libraría de la pregunta, pre me gustaba intentarlo, sobre todo, saber que piensa.

-No para los ladrones.- Dijo con una sonrisa

-Aceptaré con una condición, que regreses en taxi.- Me analizaba de pies a cabeza, lo noté, no le gustaba que la condicionarán y a mi no me gustaba que se expusiera, en esto no podía ceder.

-Está bien.- No estaba del todo, contenta, pero yo sí.

Mi casa estaba bastante cerca, unas cuantas cuadras, caminábamos con calma, pero ella no hablaba, la condición le había molestado mas allá de lo que quería dejar ver.

-Yo también me preocupo por ti.- En ese momento volvió a la  realidad y me miro algo confundida.- He puesto esa condición por que también puede ser peligroso para ti.- Su mirada se suavizó y sentía que sus labios tenían unas muy suaves ganas de sonreír.

-Gracias.- Su tono era muy suave, como si ahora le gustara mucho mi pedido.

-Gracias a ti, por acompañarme. - Realmente, me sentía estúpidamente feliz tan sólo por que ella caminaba junto a mi. Quería mucho tomar su mano, pero al final no me atreví.

Cuando llegamos  a mi casa la invite a seguir para que pudiera pedir el taxi por teléfono, pero antes de girar la llave para poder entrar, hubo un apagón, ella inmediatamente sacó su celular y me dio un poco de luz, para finalmente entrar.

-No podrás llamar un taxi.- Le dije apenas cruzamos la puerta. Busqué mi celular para sentarnos en el sofá de la sala.

-Lo sé. Saldré a buscarlo.- Definitivamente estaba loca.

-Lo mejor es que esperes a que regrese la energía, está nublado, ni siquiera la luz de la luna ilumina allá fuera.- Aún seguía con el celular en la mano, tenía velas y fósforos en la cocina, nadie puede negar que era una muy buena idea usar las velas para estos casos.

-No. se hará mas tarde y será peor. Tal vez no regrese.- Yo estaba completamente convencida de que era una pésima idea dejarla salir en esa oscuridad.

-Pues duerme aquí. Además sólo estás exagerando, volverá pronto, no ha estallado el transformador y dudó que se haya caído el sistema completo. -La luz de la vela empezaba a iluminarnos y pude notar que me miraba como si le hablara en un idioma extraño.- La electricidad es mi especialidad.- Y hoy estaba de mi parte al irse, por mi que no regresara hasta mañana.

-Tendría que avisar.- Era extraño que no objetara, pero yo quería que se quedara así que no me quejé

-Hazlo. Se ha ido la electricidad, pero lo celulares funcionan muy bien.- No podía ocultar mi sonrisa, mucho menos creer mi suerte, mientras ella llamaba fui a buscar algo a la cocina, era imposible preparar algo, pero siempre se pueden encontrar cosas simples para comer.

Escuchaba su voz claramente, decía algo del apagón, que era peligroso y que se quedaría en casa de una compañera, mientras tanto encontré pan y leche en la nevera, eso estaba bien para mi y tampoco podía hacer mucho más, cuando regresé a la sala ella ya había terminado la llamada.

-Debes tener hambre, hay pan y leche.- Sonrió suavemente.

-Gracias.- Su tono era suave, como si estuviera complacida, como si la situación le agradara tanto como a mí.

-Lamento que sea sólo esto.-Pensé que podía tener bastante hambre, que esto sería suficiente.

-No hay mucho mas que podamos hacer. Me gusta la leche, me gusta el pan, no te preocupes tanto.- Me preguntaba si era verdad o de nuevo estaba soñando.

-Yo dormiré en el sofá, tú dormirás en la cama.- No permitiría que "mi Sol" durmiera en el sofá, además, con algo de suerte, dejaría por algunos días su perfume en mi sábanas.

-Entonces me voy. No quiero la cama, yo dormiré en el sofá.- Ah!, Dios mío, es algo difícil la señorita.

-Hagamos un trato. Mi cama es sencilla, angosta si quieres decirlo, pero justo debajo tiene una cama auxiliar, son del mismo tamaño, tú duermes en mi cama y yo en la auxiliar.- Su mirada inquisidora me lograba poner nerviosa, lo pensó un poco.

-Quiero ver esa cama, si realmente son de las mismas condiciones estará bien.- Me he enamorada de una chica dominante y lo más gracioso, es que cada vez me gusta más su forma de ser.

No hubo mucho problema para sacarla, tenía unas pequeñas ruedas como soporte, después de que ella verificará que realmente eran del mismo tamaño y condicionas, finalmente se convenció y aceptó mi trato. Le pregunté si quería cambiarse pero insistió en dormir con su ropa, yo lo hice en medio de la oscuridad cuando habíamos apagado la vela.

La escuchaba respirar, me sentía nerviosa, estaba cerca, mi corazón latía muy rápido, después de calmar un poco mi emoción, me fui quedando dormida, arrullada por el sonido calmo de su respiración.

En la mañana, me desperté supongo que por la luz que se colocaba por las cortinas, aun así me sentía demasiado cómoda como para querer moverme, pero había algo extraño, de pronto abrí los ojos y me di cuenta que estaba en la cama, a la cual había llegado mágicamente en medio de la noche, pero no solo eso, unos brazos finos pero fuertes rodeaban mi cintura de forma delicada y firme, manteniéndome  muy cerca del cuerpo que se encontraba detrás de mi, que debo decir, era ciertamente el de una mujer, y ese aroma era inconfundible, quien me abrazaba era ella. Mis brazos estaban puestos sobre los suyos, dando a entender que mantuviera ese abrazo. Pidiéndolo de alguna forma. Su respiración pausada me daba a entender que seguía dormida, en cambio mi pulso estaba completamente acelerado y sentía un vacío en el estómago de pura felicidad.

Me sentía, en las nubes, me sentía absolutamente feliz, el ritmo de su corazón me daba paz, me sentía completamente segura en sus brazos, pero sobre todo, sentía que ese era el lugar en el que siempre quería estar, que ese era mi lugar, entre sus brazos. Pronto esa seguridad y tranquilidad que ella me trasmitía calmaron mi ritmo cardíaco y el sueño me llamaba de nuevo, pero en ese momento empecé a sentir que un palpitar muy fuerte, y no era el mío, se había despertado.

Se acercó más a mi y aspiró el olor de mi cabello, luego sentí su nariz respirándome en el cuello y finalmente sus labios en mi mejilla, dándome un beso muy suave, luego apretó el abrazo un poco más para después soltarme, yo no quería que lo hiciera, pero ella no sabía que estaba despierta. Debido al movimiento de sus brazos por debajo de mi cuerpo, abrí los ojos como si recién despertará y me di la vuelta.

-Buenos días, Señorita.- Todo era tan perfecto, que no podía ocultar mi gran sonrisa.

-Buenos días.- Ella también me sonreía y me sonreía bonito, ya se había puesto sus lentes que la noche anterior había dejado en la mesita de noche.

-¿Cómo has dormido?- No se me ocurría que más decirle, además esperaba que lo hubiera hecho tan bien como yo.

-He dormido bastante bien. -Tenía esa impresión de que sus ojos me esquivaban, que una sonrisa intentaba salir y que, tal vez, sus mejillas estaban algo sonrojadas.-¿Tú?- Volvió a mirarme, mientras yo seguía sonriéndole muy feliz.

-Pues he dormido excelente, ¡como nunca! - De nuevo la misma impresión, tal vez debería decirle que la necesito todas las noches para seguir durmiendo así de bien.

-Vale, me parece muy bien.- Se levantó de la cama y la veía arreglar su ropa, me di cuenta que su intención era irse en ese mismo momento, pero la quería retener, aunque fuera sólo unos minutos más.

-No te vas a ir sin desayunar.-Apenas me escuchó, volteó con una sonrisa en su cara.

-¿Sabes cocinar? O ¿acaso me darás una pócima?- Encima de todo se burla de mí.

-El desayuno me sale genial, pero no debes esperar mucho de las demás comidas.- Seguía con su carita de niña mala, tenía toda la intención de seguir molestando.

-¿No moriré intoxicada?- Me dijo con el tono de voz más burlón que he escuchado en mi vida.

-No mujer, te digo que el desayuno me queda muy bueno. Huevos revueltos con jamón, salchichas, pan, jugo de naranja ¿Qué dices?- Su mirada se iluminó, parecía que el menú la había convencido y finalmente había dejado de molestar, si seguía haciéndolo me le hubiera tirado encima, esos gestos y ese todo me provocaban unas ganas increíbles de comerla a besos.

-Sí. Muchas gracias.- Terminó de recoger sus cosas y se fue a la sala, yo ya estaba en la cocina, la preparación de lo que había prometido era bastante sencilla y no demoraría mucho.

A los pocos minutos estaba poniendo la mesa, cuando probó la comida sus gestos me indicaron que le gustaban, pero quise preguntar.

-¿Qué tal?- Aún le sonreía, simplemente no podía dejar de hacerlo.

-Pues hasta ahora no he muerto.- Me quedé viéndola de arriba abajo.- Vale , vale, admito que está muy buena.

-Muy bien. Admitir es bueno.- Ahora yo me burlaba, pero ella estaba demasiado feliz comiendo como para responderme.

Después de eso, se fue, quería pedirle que tomáramos una siesta, que se quedara, que me volviera abrazar, pero no pude, Tampoco hablamos de cómo me metí en la cama, ni de porque me abrazó tan posesivamente, lo tratamos como si fuera lo más normal del mundo, pero las dos sabíamos que no lo era.

Yo estaba demasiado feliz, me recosté en el sofá como si de una nube se tratara, solo para revivir los momentos que acababan de suceder, esta vez no había sido sólo un sueño



_____________________________________________________________________

*Yume: Es una palabra en japonés que significa "sueño", también "esperanza" o "visión".

lunes, 9 de abril de 2012

Nunca Jamás- Capítulo 7- Ilusión

Yo no sé que esperaba después de todo eso, pero lo cierto fue, que nada pasó, ni al día siguiente, ni a la semana siguiente, nada, a veces la veía pasar por las mañanas, muy casualmente y a veces, nos topábamos al medio día en alguna esquina pero sólo había un saludo de cortesía, a lo lejos.


Todo era extraño, cuando llegaba en las noches, sólo me recostaba en mi cama y cerraba los ojos, pensando, pensando en ese beso, en lo que sentí, era algo difícil de describir, no lo comprendía, lo cierto es que había sido bastante efectivo para confirmar mis sospechas, estaba más que enloquecida por ella, estaba enamorada, profundamente.


En esos momentos de reflexión, pensaba que diría si tuviera la suficiente valentía de declararme, pero yo soy demasiado cursi, al extremo de causar diabetes, y sólo se me ocurrían palabras melosas que seguro la espantarían, pero es lo único que me sale, cosas como:

Me encantaría hacerte saber cómo mi corazón late por ti, alguna vez, recuerdo haberme sentido vacía, pero justo ahora, que sé que estoy tan enamorada, ya no me siento así, ese sentimiento me llena, quisiera que lo notaras, que también lo sintieras.

¡Cursi horrible! ¡Y me han salido cosas peores! Pero bueno, como no ha pasado nada después de tantos días pienso en que debería hacer, acaso ¿Trazar algún plan? ¿Ir a buscarla a su casa? Se me hace algo desesperado, además luego que esté allá ¿Qué voy a decir? ¿Hola, vengo acosarte sexualmente? o ¿Ya me le tiro encima sin pensarlo? Con sinceridad, me quedaría como piedra en cuantos mis ojos cruzaran con los suyos. Y cuando me pregunte que hago allí, me pondría más nerviosa y no diría más que pendejadas mientras estoy más roja que un tomate.

Pero, ¿Quién me puede culpar? Esa mujer se pone enfrente y me pierdo, simplemente me encanta, su carita bonita, su cabello ondulado y castaño, su piel, su figura tan estilizada, su delgadez, sus generosos pechos, la sonrisa retorcida y la penetrante mirada , además esa voz sexi y ese acento, y ni hablar de que me encanta su personalidad, serena, casi fría e incluso la facilidad con que me acorrala, y es producto de este enamoramiento que siento esas fuertes ansias de frotar mi piel con su piel, de abrazarla, de besarla y esa idea de dormir abrazada a ella me suena tan genial.

Después de pensar la pésima idea que era ir a buscarla a su casa, por mi falta de elocuencia, además de no saber exactamente dónde es, mi siguiente idea fue una carta, he ahí la razón por la cual ando pensando en las palabras adecuadas para escribir dicha carta, aunque no tengo nada más que cursilerías en mi cabeza que brotan con tanta facilidad que asusta.

De verdad me gustaría susurrarle al oído que me parece la mas bonita entre todas las mujeres, que es hermosa, que no me imagino la vida si no es junto a ella, siendo lo primero que veo por las mañanas y lo último antes de cerrar los ojos, que quiero que tengamos una vida bonita y tranquila,llena de sonrisas y besos, tomarla de la mano mientras caminamos en la calle y abrazarme a ella más fuerte cuando sienta frío, que no quiero nada extraordinario, nada mas que compartir nuestra vida y estar siempre a su lado.

Pero, ¡que cursi soy! Cuando repaso las palabras hasta yo me doy cuenta que es demasiado meloso, empalagoso, no y no le voy a escribir una carta con esas palabras, por eso el plan "b" tampoco sirve.

Y no tengo mas planes, mas ideas, no tengo nada. ¿Qué debería hacer? ¿Qué? Ah!, tal vez no debería hacer nada, tal veza debería simplemente ir a dormir y olvidarme de todo, dejar de preocuparme por esto, por algo que no sé que es, que significa para ella, por algo que ni siquiera entiendo. Peo no puedo, ella siempre está colándose en mis pensamientos, siempre está presente y aunque pueda ignorarlo por un tiempo, el que estoy enamorada de ella no va a cambiar, así que a seguir pensando.

________________________________________________________________________

Luego de una larga noche y 578 planes que irían directo al fracaso,¡ tuve una idea brillante! Miento, no fue una idea brillante, pero el plan "579" era el más cuerdo entre todos, aunque no era la gran cosa, solo un cúmulo de fe que decididamente necesitaba a la buena suerte de su lado, pero era eso o no hacer nada, además la esperanza es lo último que se pierde. Así que me bañe muy bien y me vestí con la roma que más me gustaba, intenté buscar en mi un poco de valor y salí de casa.

Fui caminando lentamente, era sábado en la tarde y había mucha gente fuera, intente tomarlo con calma, así que antes de hacer lo que tenía pensado estuve caminando sin rumbo, observando cada lugar, y al final llegué a ese parque, era genial, a pesar de lo que pensaba estaba bastante tranquilo, como siempre, al parecer era cierto que no mucha gente lo conocía, ella lo dijo.

Mi plan era bastante simple, consistía ir aquel parque y sentarme en la misma banca, confiando en que ella apareciera tal y como lo había hecho en otras ocasiones, que tal vez me viera desde su ventana y viniera, era lo único que podía hacer.

Pero más de dos horas después nada pasó. Había estado ahí, sin hacer nada más que mirar al cielo y revisando cada tanto la hora en mi celular, pero ella no apareció, y cuando finalmente me disponía a irme...

-Llevas dos horas y cuarenta minutos ahí sentada, ¿Esperas a alguien? ¿O es sólo una extraña costumbre? - Subí la mirada y ahí estaba ella, con su sonrisa de satisfacción, no hay duda, le encanta hacerme sufrir, pero aquí está y es lo único que importa.

-Bueno, yo... Verás...- Heme aquí, con mi infaltable fluidez. ¡Que tonta! Nunca pensé que le diría sí el plan funcionaba